Se rompe la 'omertá' sobre la vigilancia de obras en Cataluña
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La ‘Rueda Roja’: el cartel mafioso de las obras
En Cataluña, las obras de construcción han dejado de ser simples lugares donde los obreros levantan edificios. Ahora, según los últimos informes, son el nuevo escenario de una intrincada red criminal digna de un guion de "El Padrino", pero con cascos de obra y chalecos reflectantes.
Hasta hace poco, lo que ocurría dentro de esas vallas naranjas y grúas colosales era un secreto tan bien guardado que hasta los propios albañiles tenían miedo de preguntar. Pero ha llegado el momento de destapar el hormigón que cubría esta oscura verdad: dos de cada tres obras en Cataluña están vigiladas por clanes criminales que se presentan como empresas de seguridad.
Al más puro estilo de las familias mafiosas de antaño, los responsables de la seguridad en las obras catalanas no son otra cosa que clanes familiares con una fascinante pasión por la vigilancia ilegal. Si en los Estados Unidos se preocupan por los "familiares" de la Cosa Nostra, aquí tenemos a "los de la rueda".
La pasividad institucional: "Es un cartel, ¿qué podría salir mal?"
Los constructores, por supuesto, viven en un dilema constante. Contratar a una empresa de seguridad legal les cuesta un ojo de la cara, pero si optan por la "opción rueda roja", se arriesgan a que, además de robarles el material, les quiten hasta las botas. Y claro, con el miedo de que te bajen la grúa de un tirón, uno ya no sabe si denunciar o simplemente aceptar que los ladrones se llevan algo "por el servicio prestado".
Los Mossos d’Esquadra, por su parte, han recibido múltiples quejas sobre la situación. El problema es que, si no hay una denuncia formal, no pueden hacer nada. “Sí, hemos visto la rueda roja, pero bueno, como mucho podemos echar un vistazo rápido… a ver si están construyendo bien”, comentan algunos agentes con resignación.
Cena de la legalidad: ¿Obra maestra o una chapuza más?
Ante la situación, BauWatch, una empresa legal de vigilancia por cámaras, ha decidido tomar cartas en el asunto. Su plan maestro: organizar una cena para constructores y potenciales clientes. Porque claro, nada mejor que unos entrantes y un buen vino para convencer a la gente de que dejar de contratar mafiosos es lo mejor para todos.
En definitiva, este es el último capítulo de una historia que suena a broma pero que, por desgracia, se ha convertido en la triste realidad de la construcción catalana. Así que ya sabes, la próxima vez que pases por una obra y veas una rueda roja dibujada, no preguntes mucho... ¡o podrías acabar mezclado en el cemento!
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