Lo más habitual es que uno de los ladrones se coloque en una posición que le permita distinguir el número secreto que la víctima teclea. Posteriormente, otro miembro de la banda, arroja algún billete o pertenencia a los pies de la víctima para seguidamente llamar su atención diciéndole que se le ha caído el dinero.
Cuando la víctima se agacha para recogerlo, los actuantes aprovechan para sustraerle la tarjeta o cartilla bancaria pulsando el botón de cancelar. A los segundos la tarjeta ya ha sido expulsada por la ranura. Por consiguiente, los actuantes ya tienen la tarjeta y el PIN de la víctima. Abandonan rápidamente el cajero para realizar las extracciones de dinero antes de que se proceda a bloquear la tarjeta al darse cuenta la víctima de su sustracción.
En otra modalidad, cuando no han podido observar el PIN de la víctima, lo obtienen tras la sustracción de la tarjeta, cuando una vez incorporada la víctima y percatarse de que no tiene la tarjeta, empieza a toquetear el cajero y un tercer compinche le dice que debe de cancelar la operación y marcar nuevamente el PIN, cosa que hace delante de él
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