La escena es de este martes. El escenario es el Trambesós y un individuo armado con un destornillador arremetió contra los vigilantes que controlaban los accesos. La intervención de una patrulla de la Policía Nacional que se encontraba en el lugar, evitó males mayores. No es un caso aislado, y los vigilantes de las llamadas lineas de la droga, la T4,T5 y T6, que unen la plaza de les Glóries con Sant Adriá de Besós y el Gorg de Badalona, advierten de la creciente inseguridad. La causa es que muchos consumidores de estupefacientes, utilizan este transporte, menos controlado que el Metro, para desplazarse al Besós para comprar droga y la conflictividad ha aumentado.
Los sindicatos exigían medidas para proteger a sus trabajadores, muchos de ellos heridos a causa de los ataques, y la Conselleria de Interior permitirá a los agentes llevar esprays de defensa en gel. Su uso esta supeditado a un curso de formación específica que los vigilantes tienen que realizar. Los esprays de defensa podrán no podrán ser utilizados en el interior de los vagones o en las concentraciones de personas, salvo que la integridad del vigilante o de otras personas estén en peligro.
También se sopesó la posibilidad que los vigilantes pudieran llevar gas pimienta, pero ha quedado descartado y se ha decidido por la opción del espray en gel. Nacho Arroyo, secretario de organización del Sindicato Profesional de Seguridad explica las diferencias" el espray en gel no es tan disperso como el gas pimienta. Se dirige mejor y es más seguro.Lleva menos pimienta y provoca escozor de ojos". Arroyo considera que esta nueva herramienta es positiva pero que no solucionara todos los problemas " que hará un agente cuando este rodeado y este solo, la mejor medida es el aumento de personal en las patrullas", sostiene Nacho Arroyo.
Las agresiones a vigilantes del transporte público han aumentado en este último año, con un rebrote importante en las semanas previas al estado de alarma.
Los puntos más complicados eran el subsuelo en el Metro, y en los trenes las lineas del litoral de Barcelona, especialmente en horario nocturno a la salida de las discotecas, y en la zona de Tarragona. En Cataluña hay 5.000 vigilantes privados, de los cuales 600 están destinados a la seguridad en el transporte público.
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