Que me arrebaten el empleo esgrimiendo que soy vago es una verdadera injusticia, en mayúsculas, afirma Juan Luis Camina Cea
Juan Luis Camina es un hombre de 64 años que nació en la localidad vallisoletana de Olmedo. La ciudad del caballero, como diría aquel. Fue cura, durante tres años en Matapozuelos. Nuestro entrevistado contaba con 19 años de experiencia en el sector de la seguridad, antes de que el 1 de abril del pasado año 2023, entrara a custodiar el Centro Penitenciario de Soria. Era una oportunidad perfecta para finalizar su vida laboral antes de la merecida jubilación.
Sin embargo, el 10 de noviembre, la empresa de seguridad que le había contratado, le despidió “por vago”, como nos cuenta nuestro protagonista. Tras esto, cartas dirigidas al director de la cárcel, un acto de conciliación ganado que demuestra que el despido fue “improcedente”, y una batalla tremenda por parte de un hombre valiente que lucha por sus derechos y que cuenta su historia a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
De cura a Vigilante de seguridad y llegada a la cárcel de Soria
“Tengo 64 años. Soy el menor de cuatro hermanos. Nací en Olmedo, en febrero de 1960. Mi padre era guardia civil en la localidad. Desde el mes de octubre de 1986, al 3 de diciembre de 1989 fui el cura de Matapozuelos, Ventosa de la Cuesta y Villalba de Adaja en la provincia de Valladolid. Con 29 años dejé el oficio sacerdotal tras enamorarme de una joven de Matapozuelos con la que me casé en julio de 1995. En 1999 nació nuestra hija y en abril de 2019 nos divorciamos. Desde mayo de 2019 resido y estoy empadronado en Valladolid”, explica Juan Luis Camina, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
El currículum vitae de nuestro protagonista dentro de la seguridad privada es extenso y arranca en el año 2004. Se estrenó como vigilante de seguridad en el Hipermercado Sabeco de la localidad burgalesa de Aranda de Duero. Después residió un año en Burgos para ser empleado en el mismo ámbito, el de la seguridad. Sumaba 19 años de experiencia, ni más ni menos, dentro del sector de la vigilancia privada antes de llegar a la cárcel de Soria.
“En marzo de 2023, la empresa Garda, con delegación en Burgos, buscaba con urgencia cubrir numerosas bajas de vigilantes en su plantilla de la Cárcel de Soria. El contrato suscrito por Garda con la administración del Estado penaliza que no disponga la empresa de los vigilantes requeridos diariamente por contrato en el centro penitenciario. La administración solicita que los vigilantes de servicio en la prisión tengan hecho un curso de capacitación para trabajar en centros penitenciarios, de 10 horas de duración”, nos explica el de Olmedo. Un curso que Juan Luis completó los días 1 y 2 de marzo de 2023 en la capital soriana. “También se pide que el vigilante privado tenga la licencia de armas tipo C, por lo que me tocó aprobar otro examen en el polígono de tiro el 16 de marzo”, añade.
Con el objetivo de trabajar en la prisión de Soria hasta su jubilación, a los 67 años, extremo que, como afirma nuestro entrevistado, “Garda le prometió”, comenzó el pasado 1 de abril con su contrato en la cárcel de Soria a ejercer su labor como vigilante de seguridad para controlar todo lo que ocurría allí.
“Hasta mi despido brutal, el pasado 10 de noviembre de 2023, mi comportamiento laboral con la empresa Garda fue de total colaboración para que la empresa pudiese hacer frente a los compromisos con sus clientes. No he pedido la baja laboral en todo ese tiempo y no he faltado nunca a mi trabajo. De hecho, el 1 de octubre cedía a la compañía un día de mis vacaciones para poder custodiar un camión escenario en la Plaza Mayor de Soria, por la celebración de su patrón: San Saturio. Mi comportamiento ha sido ejemplar como empleado de la empresa Garda”, asegura nuestro protagonista.
Una desagradable sorpresa en forma de despido
El viernes, 10 de noviembre, el vallisoletano nos explica que “sin aviso previo alguno”, sobe las 13.15 horas y por teléfono, el jefe de servicios de Garda le dijo: “Desde ya estás despedido y no es necesario que vayas a la cárcel a trabajar esta noche”, afirma el nacido en Olmedo.
“La carta de despido que la empresa me hizo llegar a través del WhatsApp pretextaba que el despido era disciplinario por bajo rendimiento desde el 1 de abril. También apuntaban que había habido quejas de mi comportamiento a la dirección de la empresa en Burgos. Me sentí absolutamente dolido y desconcertado por esta manera brutal de cortar la relación laboral que me unía a Garda, al trabajo que me daba sustento y a la cotización necesaria a la Seguridad Social para mi jubilación próxima. Me siento un trabajador de usar y tirar”, añade el olmedano.
El excura rural de la provincia de Valladolid, como él mismo confiesa, “no se quedó de brazos cruzados”. Después de un despido que califica de “brutal” y tras mandar varios correos a los directivos de Garda sin contestación, decidió elevar su protesta por medio de una misiva al director del centro penitenciario que, a día de hoy, aún espera contestación.
“Para recurrir mi despido injusto contraté la asesoría legal de un letrado del Colegio de Abogados de Soria. Con su ayuda presenté la papeleta de conciliación ante la empresa Garda para llegar a un acto de conciliación que se celebró el pasado 18 de diciembre de 2023”, afirma indignado nuestro entrevistado, que vuelve al pasado para recordar lo que el califica como “un despido injusto”.
El acta de conciliación califica el despido de “improcedente”
El 18 de diciembre del pasado año 2023, en el Serla de Soria, se celebraba el acto de conciliación. Al acta del mismo ha tenido acceso EL ESPAÑOL de Castilla y León y les adjuntamos a continuación. Allí comparecieron el jefe de la Sección de Mediación, Arbitraje y Conciliación, Juan Luis Camina con su abogado y la empresa Garda Servicios de Seguridad SA con su representante.
“Hubo avenencia, acuerdo, y la representante de la empresa, que, por cierto, era la misma persona que el pasado 24 de julio fue elegida, en votación ajustada, como representante de lo trabajadores por el sindicato USO, reconocía expresamente la improcedencia de mi despido y optaba por mi no readmisión y me indemnizaban con 1.401 euros”, explica nuestro entrevistado.
Juan Luis Camina afirma que Garda “me ha quitado mi empleo” pero “no me ha arrebatado mi honor de trabajador, cumplidor de mi oficio”. “Yo, ni soy, ni he sido nunca un vago en mi vida laboral. Como español, me indigna que una empresa burgalesa se atreva a maltratar de forma tan injusta a un compatriota”, finaliza triste y enfadado el vallisoletano.
Juan Luis Camina apunta que “no tiene nada que ocultar” y quiere dejar claro que, a él, en lo que se refiere a los derechos laborales le “han atropellado” e insiste en hacer lo posible por conseguir que “su caso no caiga en saco roto” y ayude para que “más personas no tengan que pasar por este mal trago”.
“Quieren que me calle y me olvide. No, señor. Soy una persona que sangra por sus heridas y que se puede quejar y se queja. Tengo que aguantar trabajando hasta los 67 años, pero no me dejan. Es indignante”, añade.
De momento, y tras este mal trago, Juan Luis ha tenido que volver a Valladolid y busca un trabajo para jubilarse, en un par de años, dignamente. FUENTE: EL ESPAÑOL
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