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domingo, 27 de octubre de 2024

OPINIÓN - Indignación y Urgencia: La Necesidad de Reformar la Seguridad Privada en España

Indignación y Urgencia: La Necesidad de Reformar la Seguridad Privada en España

Indignación y Urgencia: La Necesidad de Reformar la Seguridad Privada en España

La reciente intervención de los llamados “controladores de acceso” en el Oktoberfest de Barcelona ha sacudido a la opinión pública, y con razón. Las imágenes de agentes persiguiendo y golpeando brutalmente a una persona en plena vía pública son inaceptables y, lo que es peor, reflejan la preocupante realidad de un sector de la seguridad privada que parece haberse desviado de sus principios básicos. Este episodio no solo es condenable en sí mismo, sino que expone las profundas carencias y negligencias en la regulación y supervisión de un sector que debería estar al servicio de la protección ciudadana y no de la violencia sin control.

Es inconcebible que personas sin la habilitación correspondiente puedan estar equipadas con grilletes y defensas, instrumentos que, por ley, solo pueden portar vigilantes de seguridad acreditados y formados. En España, la seguridad privada está regulada por la Ley 5/2014, una normativa que pronto cumplirá una década sin que se haya logrado implementar su reglamento de manera efectiva. Esta falta de desarrollo reglamentario deja enormes vacíos en la operativa y supervisión del sector, permitiendo que ocurran incidentes como el de Barcelona. ¿Cómo es posible que a día de hoy no exista un marco más detallado que garantice que solo profesionales formados y habilitados puedan ejercer funciones de seguridad?

La Ley de Seguridad Privada 5/2014, en su artículo 32.1, establece claramente que los vigilantes de seguridad tienen la obligación de “detener y poner inmediatamente a disposición de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad competentes a los delincuentes y los instrumentos, efectos y pruebas de los delitos”. En ninguna parte se menciona que puedan tomar la justicia por su mano, mucho menos agredir físicamente a una persona y abandonarla en plena calle. Este tipo de acciones no solo infringen la ley, sino que contradicen el propio espíritu de la profesión, que se basa en la prevención y en la colaboración con las fuerzas del orden público, no en la brutalidad y el abuso de poder.

Además, la intervención de estos agentes plantea una pregunta crucial: ¿quién está supervisando sus actuaciones? Este tipo de eventos deberían estar sujetos a una inspección rigurosa por parte de las autoridades competentes. Sin embargo, en este caso, parece que nadie se ha encargado de verificar si los responsables de la seguridad del Oktoberfest en Barcelona cumplían con los requisitos legales, ni si estaban capacitados para intervenir en la vía pública de una manera tan violenta y desproporcionada. La ausencia de una supervisión efectiva abre la puerta a que personas sin la habilitación adecuada puedan actuar con impunidad y sin control, poniendo en riesgo la seguridad de los ciudadanos y desprestigiando a toda una profesión.

Este caso también pone en evidencia otro aspecto grave: la omisión del deber de socorro, que, recordemos, es un delito recogido en los artículos 195 y 196 del Código Penal. Tras la paliza, los agentes abandonaron a la víctima, demostrando un desprecio absoluto por su integridad física. Este comportamiento, además de ser inmoral, es ilegal y debe tener consecuencias. Si no tomamos cartas en el asunto, estos abusos se seguirán repitiendo, y los ciudadanos continuarán expuestos a la violencia de personas que, en lugar de protegerlos, los atacan.

Es urgente que las Administraciones competentes, tanto a nivel estatal como autonómico, tomen medidas para evitar que se sigan produciendo situaciones como esta. Se necesita una revisión y actualización de la Ley de Seguridad Privada y la implementación de un reglamento que defina con claridad las competencias y limitaciones de los agentes de seguridad. Asimismo, es imprescindible establecer mecanismos de supervisión más estrictos y eficaces, que garanticen que solo los profesionales habilitados puedan ejercer funciones de seguridad privada, y que lo hagan dentro del marco legal y ético que esta labor exige.

Este tipo de intervenciones manchan la reputación de los verdaderos profesionales del sector, aquellos que cumplen con su labor de forma íntegra y que sienten vergüenza al ver noticias como esta. La seguridad privada es una profesión digna, que tiene un papel fundamental en la sociedad, pero es necesario que se depuren responsabilidades y se tomen medidas drásticas para evitar que la negligencia y la falta de control den pie a nuevos casos de abuso.

Ojalá este lamentable suceso sirva como un punto de inflexión, y que las autoridades competentes tomen las riendas de una situación que lleva demasiado tiempo fuera de control. Es hora de dignificar el sector de la seguridad privada en España, estableciendo un marco normativo sólido que proteja a los ciudadanos y honre a los profesionales que, día a día, velan por la seguridad de todos.

José Luis González
Coordinador de Acción Sindical
Alternativa Sindical - Soria





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