En el siglo XX, concretamente en el año 1912, se inician la conocida vulgarmente como la Ley de la Silla, que obligaba al empresario a facilitar una silla a las trabajadoras en los establecimientos no fabriles.
La Ley de la Silla Fue una de las leyes más revolucionarias, siendo su finalidad inicial, la de otorgar protección a las mujeres por la incidencia de la postura corporal en su salud, como era la congestión en los ovarios, deformidades en los pies y en la pelvis que sufrían las que trabajaban de pie en comercios, almacenes, oficinas y otro tipo de empresas, ya que los médicos de la época habían llamado la atención sobre la cantidad de abortos distócicos advertidos en las mujeres que realizaban su trabajo sin disponer de un asiento.
Hubo muchas críticas a la Ley de la Silla, al ser considerada paternalista y discriminatoria por aplicarse únicamente a las mujeres. Ante este clamor, se dictó en 1918 un Real Decreto extendiendo el beneficio a los varones que gozaron desde entonces, de la misma protección.
En la actualidad, la Ley de La Silla sigue en vigor aunque apenas se aplica, pero como podemos ver, somos muchos los cajeros, cajeras y dependientes que permanecemos de pie durante toda la jornada aunque sea innecesario, ya que por lo general, las empresas no ponen a disposición de las Personas Trabajadoras sillas donde poder realizar los descansos necesarios en el punto de caja; es obligatorio que se disponga de un asiento para las horas en las que no hay actividad.
La ergonomía es la ciencia que estudia la calidad en la realización del trabajo y ha diseñado las características que tienen que tener los asientos de los que trabajan sentados, los tipos de sillas, los respaldos y la forma del asiento en el trabajo.
La Inspección de Trabajo es el organismo competente para exigir el cumplimiento de la ley en caso de negativa por parte de la Empresa.
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